23 de mayo de 2020 – ¡La pandemia del COVID-19 no va a detener la creación! En confinamiento obligatorio en Bogotá, Colombia, el guitarrista y compositor Arturo Parra propone su nueva obra: “Las estrellas son negras”.
Esta obra quiere rendir homenaje al poeta y escritor chocoano Arnoldo Palacios y su novela epónima Las estrellas son negras. Se trata de la primera novela afro-colombiana, publicada en 1949, y que tristemente sigue siendo poco conocida por el público en general.
La novela narra las muy intensas 24 horas en la vida de su protagonista Irra. Hambre, mucha hambre, pobreza, olvido, ira, amor, injusticia, muerte, esperanza…
El lector no sale ileso de este vívido y fuerte relato que describe todo sin tapujos ni cubrimientos estilísticos. Las calles y viviendas húmedas de Quibdó nos penetran los huesos, sentimos la sed, el hambre, el odio y desesperación de su personaje. Entramos en la cabeza misma del protagonista, su rabia, sus miedos e inseguridades y sus vertiginosos y brutales planes para liberarse del yugo de la pobreza y de la dominación de los blancos que lo controlan todo.
Nos queda una desesperante y triste sensación de injusticia e impotencia frente a lo que vive una región aislada, la del Chocó en el Pacífico colombiano, que hoy día sigue padeciendo de hambre, miseria y olvido por la negligencia de un gobierno central.
Esta música busca simplemente recordarnos que los sueños de Arnoldo Palacios con su alter ego Irra son realizables. Arnoldo Palacios nació en Certeguí, un pueblito perdido en lo más profundo de su amado y siempre recordado Chocó. De allí y a pesar de sus dificultades físicas logró salir para buscar instrucción en Quibdó la capital del departamento. Luego su tenacidad y su inquebrantable sonrisa lo llevaron hasta la capital misma del país. En pleno Bogotazo (9 de abril de 1948), su manuscrito fue incendiado completamente, pero su determinación le permite reconstruirlo en pocas semanas y antes de que si quiera fuese publicado, da el gran salto. Aquel mismo que añoró su personaje Irra en la novela, partir en barco desde Cartagena a descubrir otro mundo, uno que no le cerraría las puertas de la literatura como el presumido de Bogotá. Estudia en la Sorbona, en París, y su importancia y reconocimiento se extiende a otros países de Europa en donde es reconocido, respetado, leído y escuchado.
Definitivamente, la “negra estrella” de Irra ha cambiado por la fuerte y portentosa “Luz interior” del capítulo cuarto de la novela. Palacios mismo, gracias a su inefable sonrisa, su increíble fuerza y determinación es el forjador de su propia y radiante estrella.
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